Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Pálida Muerte - Político-sociales
La muerte
“Pallida mors aequo pulsat pede tabernas pauperum regumque turres”. (La pálida muerte se presenta indistintamente ante las cabañas de los pobres como ante los palacios de los ricos). (Horacio)
De helada onda expansiva precedida, dueña de la penumbra y de la niebla, bajo capuz de terciopelo negro, cruzó la muerte ayer ante mi puerta, y un rumor de clepsidras fragmentadas siguió a su paso huérfano de huellas. No me llamó, ni me ofreció su abrazo, desdeñando mi nombre y mi presencia; tal vez en mi reloj no se ha agotado la reserva de arena. Sentí un hondo desprecio por sus procedimientos, y por ella; y la escupí al pasar, con el enojo de quien ni la comprende o la respeta. Ni justicia la guía, ni venganza, sin reflexión su calavera hueca, sin emoción su cavidad torácica, sólo un azar de irracional violencia. Ni al súbdito ni al déspota perdona, ni de mendigo o rico oye la queja, niño y adulto su castigo sufren, a viejo y joven por igual condena. “Sádica muerte, que al enfermo alargas la vida en el dolor y la tristeza, y en tu gruta de sombra al fin le acoges, y en tu río de hielo al fin le anegas, y en el silencio apagas su gemido, y de su clan vetusto le desmiembras. Te desprecio y maldigo, y te aniquilaría si pudiera”. En la distancia se volvió a mirarme desde el fondo vacío de sus cuencas; vi una risa marchita en sus mandíbulas amarillentas… “Volveré”, me gritó. Un escalofrío neutralizó un momento mis defensas, pero alzando la voz desafiante, abrupto respondí: “Ven cuando quieras”.
Madrid, 11 de abril de 2001
Diseño: Carmen Álvarez
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