La Pietá
“Homo homini lupus” (Plauto: “El hombre es un lobo para el hombre”)
Reflexiones sobre la escultura de mármol de Miguel Angel,
representando a María con el cuerpo inerte de Cristo
en sus brazos.
Recoge en su regazo al hijo muerto,
por odio y por envidia ejecutado;
una sombra callada envuelve su alma,
y el dolor apuñala su costado.
Y esta escena será multiplicada
al paso de Caín, que Dios maldijo;
y cada madre seguirá llorando
la injusta muerte de su propio hijo.
Un sin fin de Marías dolorosas
surge en la más diversa geografía,
en sus brazos un nuevo Cristo muerto,
pero en el alma idéntica agonía.
Sudán:
Seis años de profundos ojos tristes,
de mirada vacía,
ignorante de juegos,
desconociendo el pan de cada día;
hinchado de hambre el vientre,
flácida piel colgada de los huesos,
moscas inmóviles cubriendo el rostro,
ajeno a la caricia y a los besos.
País Vasco:
Surgen de entre las sombras pistoleros
de mentes primitivas,
adornando el país de mausoleos;
almas de sucio barro insensitivas,
con sueños de utopías infantiles,
que en su actitud absurda y delincuente,
con disparo en la nuca o por la espalda
se confieren carácter combatiente.
Y yacerá la víctima abatida
tras el cobarde asalto,
derramando la sangre a borbotones
sobre el oscuro asfalto.
Kosovo:
Cinco claveles floreció la madre,
cinco claveles rojos que arrebata
la muerte, disfrazada de soldado,
a golpes de culata.
Los senos cercenados,
su intimidad violada en fiero ultraje,
con silencioso llanto
inmóvil se durmió sobre el paisaje.
Líbano:
Los olivares de Getsemaní
han perdido la paz y la inocencia;
nuevos Judas vinieron en la noche
con mensajes de engaño y de violencia.
Y el rencor en el alma pide a voces
un desquite incesante, dirigido
contra el cedro del Líbano, indefenso,
a cuya sombra tantos han dormido.
Y vuelan mensajeros de la muerte
con intenciones de piedad desnudas,
y los cedros del Líbano sucumben,
como sucumben huérfanos y viudas.
Mozambique:
Más cercano del niño que del hombre,
sin dirección, en un país en ruinas,
fue un surtidor de miembros destrozados
al despertar airado de las minas.
Irlanda del Norte:
Dios no te hizo mi hermano,
Dios es mi fortaleza y mi baluarte,
y porque sé que Dios está conmigo,
por el amor de Dios he de matarte.
Israel:
David y Goliat luchan de nuevo,
pero en distinto bando:
es de Israel la máquina de guerra,
que la inhóspita tierra va usurpando.
Y en el juego letal, los inocentes
pagan el precio como hicieron antes,
víctimas de la estúpida arrogancia
de fariseos y de intolerantes.
Honduras:
Esta vez no fue el hombre contra el hombre,
sino el rencor de la naturaleza.
¿Fue la mano de Dios demoledora
que añade a la miseria la tristeza?
Sobre los niños de ojos almendrados
absurda maldición se precipita,
que encadena al que ya estaba amarrado,
y a quien tenía poco se lo quita.
* * * * * *
Y así en cada lugar, y en cada siglo,
esta bestia salvaje que es el hombre,
mata a los de su especie
sin conocer o recordar su nombre.
Los Angeles, 12 de noviembre de 1998