Brevería 354
Se han muerto las caricias en mis manos
por falta de calor y de sustento;
fríos inviernos y áridos veranos
hielan los labios, secan el aliento;
senos ayer turgentes y lozanos
languidecen sin besos, y presiento
que sin tu indispensable compañía
he de morirme en soledad vacía.
Mujer sola
En esta soledad que me acrecienta
la sed de ti, impidiéndome absorberte;
en esta desnudez, húmeda y lenta,
que te inventa a mi lado, sin tenerte;
en este ofrecimiento que consume
mis horas de ansiedad, inaceptado;
en esta noche que verá el perfume
de mi piel en el aire evaporado;
en este lecho, que de ti vacío,
se transforma en inhóspita meseta;
en este abrazo en que te estrecho mío,
y que tu abrazo, ausente, no completa…
La breve llama de la vela erguida
sobre la palmatoria, en el estante,
se desborda en la cera derretida,
símbolo fálico desafiante.
De mis labios se va un soplo ligero,
y al momento la sombra me circunda;
el roce firme de tu mano espero,
y el fiero impulso que mi entraña inunda.
Y he de suplir la ausencia de tu tacto
con los dictados de mi fantasía,
a solas consumando el mismo acto
que contigo, mi amor, consumaría.
Los Angeles, 26 de diciembre de 2001