Brevería 253
Ah los senos abiertos añorantes de manos,
y añorantes de labios los rígidos pezones…
Recónditos deseos, pensamientos arcanos,
soledadades vacías y sin celebraciones.
Eran
Eran frutos maduros, mansamente arropados
por el húmedo césped en la clara mañana;
eran moldes gemelos de sonora campana,
cuyos ecos aún vibran en mi oído arraigados.
Eran firmes relieves, zigzagueando unidos
sobre la íntima tundra de mi cálida piel,
dibujando invisibles figuras que un pincel
nunca hubiera esbozado sobre carne o tejidos.
Eran, en noche oscura, lúcidas lunas llenas,
y de su firmamento yo tenía la escala;
eran límpidas olas por cuya agua resbala
enjambre de nereidas, sílfides y sirenas.
Eran ofrecimientos a las concavidades
de labios anhelantes, de manos tembolorosas,
abriéndose obsequiantes, como se abren las rosas,
casi súbitamente, y sin ambigüedades.
Y eran, en fin, dos cumbres donde nacen los ríos
que fecundan mis valles, que mi llanura riegan,
y avanzan insistentes y nunca se repliegan,
que un día se me dieron, y hoy siguen siendo míos.
Los Angeles, 3 de agosto de 2002