Brevería 1987
Sólo amo las palabras cuando tú me las dices;
pienso que tú las amas cuando las digo yo.
Las demás están huecas, no son sino barnices,
corteza de la fruta que nunca maduró.
Las mías y las tuyas tienen la contextura
del fruto sazonado que se puede morder;
se derraman sus jugos por cada rasgadura
como vacía el hombre su savia en la mujer.
553 - Sin palabras
Si no logras dormir, vente conmigo,
que una mujer de noche y desvelada
está clamando a gritos ser amada,
y a amarla yo sin límites me obligo.
Las palabras que dices, las que digo,
carecen de interés, no valen nada;
las cumbres de tus senos, tu mirada,
tu piel desnuda es lo que yo persigo.
Si en sequedad se quedan tus palabras,
en humedad te quiero, cuando te abras
y tus muslos abracen mis caderas.
Inspirada estarás, aún sin hablarme,
forjando tal poema al desbordarme
que como Orfeo, amansarás las fieras.
Los Angeles, 10 de diciembre de 2001