Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Erótica
Brevería 1641
Cuando llegues, si llegas, me encontrarás desnudo, mis recuerdos, dormidos, en huelga mis proyectos, suspendidos de un clavo mi alabarda y mi escudo, y colmando la estancia mis ritmos predilectos. Nadie nos importune, ni suceso interfiera con la fiesta del sexo, los ritos del amor, el primor de la rosa, y el brío de la fiera, arrebatado el último vestigio del pudor.
Desnudo
Mírame aquí, desnudo. No es un cuerpo apolíneo, pero es mío. Las formas gráciles de Praxiteles se amoldan a los dioses del Olimpo, y a los héroes; y yo, ni dios ni atleta, ¿qué te puedo ofrecer? Vente conmigo; descubrirás susurros soterrados al fondo de mis gritos; serenas intenciones flameando en los ojos; remolinos de ansias bajo la piel; peregrinaje de manos en temblor; ciego cuchillo que a sí mismo se esgrime, rastreando la herida siempre abierta, posesivo. Desnudo para ti, como las olas, a punto de estallar; como el racimo colgado de la vid, atesorando denso jugo vital, tan encendido para tus húmedas, flexibles copas, brindis en erupción, copulativo. Seres complementarios, entramados ni inauditos ni exóticos, erguidos sobre la estepa, sin rozar las nubes, simplemente alquerías, no castillos. Transeúntes en placidez; no somos corredores de fondo, ni prodigios prometiendo milagros; somos lote común, pero inequívoco. Dame la mano, la cintura, el cuerpo, pero el alma también; dame los mimos, la suavidad, la calma, y el ímpetu salvaje a todo ritmo. Mírame aquí, desnudo; y abrázame un instante. Luego un siglo.
Los Angeles, 14 de enero de 2009
Diseño: Carmen Álvarez
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