Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Erótica
El violoncelo
Abre tus muslos a mi cuerpo, amiga, y déjame soñar con ser tu amante; y al estrechar mi cuello entre tus dedos sé gentil y sé afable. Con la suave presión de tus rodillas en mis costados siento que renace una pasión que invade mis entrañas y a tí misma te invade. Renueva sin cesar las pulsaciones que han de llenar todas mis cavidades, y deja resonar el eco ardiente de mis notas sensuales. Enciérrame en tu abrazo, estrecha el cerco, anúdate a mí en lazos perdurables, que como tú lo has hecho, amada mía, nadie sabrá tocarme.
Los Angeles, 4 de noviembre de 1997
No duermas
Se me duermen las manos, los ojos, en tu pelo, apacibles palomas zureando en el nido; soy rasgueo sedoso, manso, de violoncelo, niebla que te flanquea los pliegues del vestido. Te han peinado mis dedos en paulatino ascenso de los hombros desnudos a la nuca encubierta, y te has visto en el seno de una nube de incienso, sin saber si dormías, o si estabas despierta. No desciendas los párpados, no encubras la mirada que observa el terso lago donde tu alma reposa; déjame ver al fondo, tan vibrante y callada, tu nueva adolescencia, madura y luminosa. Que la vida no es ristra de experiencias y días, sino un punto en el tiempo, sin ayer ni mañana; en esa diana han dado tus flechas y las mías, y tu espíritu al mío su dimensión hermana. No duermas, no me dejes dormir en esta hora, observa, piensa, siente, concentra tus sentidos en la ardiente armonía, la fuerza creadora, y la audacia que tienen sólo los elegidos.
Los Angeles, 22 de septiembre de 2005
Diseño: Carmen Álvarez
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