Brevería 1604
Avanzo lenta, alternativamente,
por la doble avenida
de tus muslos abiertos. Inminente
se anuncia mi llegada. Me convida
tu propia invitación, y estremecida,
qué largo te parece
el momento tan breve de la espera.
Tu ruta se humedece,
mi ritmo se acelera,
tú, mi enramada, yo, tu enredadera.
Cuando a tí venga
Cuando a tí venga no ha de ser en sueños,
porque los sueños dejan
imágenes truncadas y placeres pequeños
que al extender los brazos me evaden y se alejan.
Vendré hacia tí en marea irreprimible
de sucesivas e insistentes olas,
arropando el desnudo de tu piel apacible
en espumoso abrazo sobre la arena a solas.
Quizá venga como ímpetu violento
danzando en espirales
de huracanado viento
para así desflorarte los rosales.
O será en el empuje del torrente,
envuelta en mí y en mí zarandeada,
arrastrando tu cuerpo en mi corriente,
sin resistencias y sin retirada.
O es posible que venga sigiloso,
tigre en avance lento y decidido,
y en salto vigoroso
cayendo sobre tí con un rugido.
Pero quizá me llegue
como el hombre de instintos y de amores
buscando a la mujer que se me entregue
con alma en fuego y cuerpo de temblores.
Y en su abrazo cerrado, y en sus muslos abiertos,
ha de haber una oferta
de placeres dormidos y de sueños despiertos,
de secretos al aire, de intención descubierta.
Si así vengo y te encuentro,
seré viento y torrente, seré tigre y marea,
te abrirás a mi asalto, y al recibirme dentro
seré yo quien te invada, mas tú quien me posea.
Los Angeles, 2 de febrero de 1998