Brevería 665
Robé tu mente al pronunciar tu nombre,
qué posesión mi júbilo proclama;
no hay propiedad mayor, ni aún cuando el hombre
se apropia de la piel sobre la cama.
Doble aspecto
Al proferir ‘te quiero’, puedo pensar en rosas,
puedo exhalar suspiros y las voces más tiernas,
contemplarme en tus ojos…, y puedo, entre otras cosas,
acariciarte el pubis escalando tus piernas.
Al proferir ‘te quiero’, puedo inventar un sueño
en que cruces el cielo sobre las pardas nubes,
cabalgando la luna…, a la vez que te enseño
a domeñar mi potro, rebelde, si a él te subes.
Al proferir ‘te quiero’, puedo evocar ideas
durante años dormidas, vivificar la roca,
pluralizar oasis, prorrogar las mareas…,
y reventar un géiser al fondo de tu boca.
Al proferir ‘te quiero’, puedo eclipsar el día,
iluminar las noches, interceptar los ríos,
puedo amarrar los vientos…, y tener la osadía
de entre tus muslos tibios intercalar los míos.
Al proferir ‘te quiero’, puedo anular tu suerte,
abrogar mi carácter, neutralizar el mundo…;
y puedo, y quiero, y tengo que abrazarte más fuerte,
e invadir tus entrañas hasta lo más profundo.
Los Angeles, 22 de enero de 2001