Brevería 1927
Tengo las manos prestas, y en temblores,
no ya de timidez, mas de impaciencia;
son dos desasosiegos, dos clamores,
acunados en ráfagas de urgencia;
dos olas mansas, dos abrasadores
chorros de fuego en fiera turbulencia;
dos zarpas suaves para subyugarte
a flor de desnudez, parte por parte.
Seguidillas
Se oscurece la tarde
por el ejido,
y un olor a jazmines
puebla el camino.
Bajo el naranjo
me desnudan tus ojos,
también tus manos.
Ay, cómo tiemblan
tus dedos vacilantes
entre mis piernas.
Esta noche no es noche
para indecisos,
es noche de arriesgarse
por los sentidos.
Mira la luna,
qué curiosa ilumina
nuestra aventura.
Sigue el tecleo,
y escríbime tus letras
de muslo a seno.
¿Por qué suspira el aire,
tiembla la estrella?
¿Por qué tiemblo y suspiro
sobre la hierba?
Ay, que me tienes,
y te tengo, y me dejas,
y al punto vuelves.
Quédate, amado,
penetrándome al fondo
de tus abrazos.
Los Angeles, 2 de octubre de 2008